Es un hotel de los años treinta y desde entonces no se ha invertido un peso, ni en renovarlo ni en mantenimiento. Todo está viejo y oxidado, a las puertas le faltan trozos de chapa, el falso techo del baño está abombado y parece que vaya a caerse. La sensación es de suciedad, quizás por la propia vejez de las cosas. La ubicación era muy buena para mi, pues esta pegado al Swiss Dive Center, donde iba.